La saudade del alma brasilera
Para alguien que no haya nacido en Brasil ni comparta su idioma, tal vez le sea difícil encontrar en el suyo propio una palabra que se identifique con la de saudade, esa nostalgia difícil de definir, que se siente por la tierra que está lejos, una nostalgia que lastima el corazón y es un rasgo distintivo del comportamiento brasilero. Distintivo, porque todos los brasileros, mientras permanecen en su país, lo sienten por un sitio en el que aún se encuentran. Lo añoran con sólo pensar en partir de él un día, y es posible que cualquier cosa les inspire esa sensación.
La saudade puede sentirse mientras se pasea al pie de la colina de Urca, en Río de Janeiro, cuando tras una fuerte lluvia pueden observarse en los árboles numerosos pájaros de color índigo y escarlata, mientras acicalan su húmedo plumaje. El paisaje ofrece también la visión de los monos que juguetean en las ramas más altas de los árboles, mojados, y en su correr hacer caer nuevas gotas sobre los paseantes.
Es normal en esta ciudad el cruce de líneas telefónicas, y no es extraño, por ejemplo, que el capitán de bomberos de una ciudad cercana que quería comunicarse con el banco de Brasil termine llamándonos a nosotros… Pero el carácter de los brasileros es tan ameno y jovial, y tan bello, que lo más probable es que tras media hora de charla acabe siendo nuestro amigo.
Si Ud. visita la Casa de la Madre Joana, en São Cristovão, podrá ver los espectáculos de pequeñas bandas que interpretan dulces chorinhos al son de mandolinas y panderetas. No se sorprenda si de pronto alguna de las numerosas bailarinas que por allí se atreven lo abraza repentinamente, lo más probable es que sea su cumpleaños y quiera compartir con Ud. su alegría.
Si Ud. concurre a sumergirse en las verdes aguas dela playa de Leme, podrá trabar conversación tanto con valentones muchachos de las favelas como con abuelos que vigilan a sus nietos, mientras en las orillas del tranquilo mar los vendedores de cuscuz, vestidos de blanco con gorras rojas regalan su mercancía a las niñas que se reúnen a su alrededor.
El Carnaval es una de las experiencias más únicas que podrá vivir en su vida. Sólo debe llenarse de plumas y lentejuelas y salir a las calles de Brasil cantando y bailando con júbilo para no dejar de formar parte de uno de los mejores espectáculos del mundo. Le aseguramos que sudará y disfrutará tanto, que cuando divise el arco que marca el final del desfile, le habrá parecido demasiado corto.
¡Qué saudade! Por eso este sentimiento es particular del alma brasilera: ese júbilo y la emoción que desborda son los que sostienen y distinguen a Brasil de otros países. ¿En qué otro lugar del mundo los comerciantes del mercado galantean a sus clientas para venderles? “Una mujer tan hermosa como Ud. De seguro necesita acelga”, se les escucha decir. ¿Quién puede resistirse?
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