El Valle de los Ingenios cubanos, su historia
El Mar Caribe tiene mucha historia de barcos, enormes flotas de galeones, colonias, piratas, corsarios y comercio de mercadería y personas. Por eso en todas las islas del Caribe podemos oír hablar de plantaciones, antiguas residencia, señores y esclavos.
Cuba, por ejemplo, tiene su propia historia y la parte dedicada a la esclavitud y la explotación de la tierra podemos verla en el conocido Valle de los Ingenios, una serie de tres valles que están interconectados a unos 12 kilómetros de la ciudad de Trinidad, un sitio declarado Patrimonio de a Humanidad.
Los valles ocupan en total un área de 270 km2 y en ellos hay alrededor de 70 ingenios azucareros. Se trata del calle Santa Rosa, Meyer y San Luis y fueron el centro de la producción de azúcar hacia finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Aquí trabajaban esclavizadas alrededor de 30.000 personas, negros provenientes de África o mejor dicho, traídos a la fuerza por los barcos negreros.
Es cierto que muchos de los edificios y antiguas residencias han quedado reducidos a ruinas con el paso del tiempo, pero varias casas se han mantenido en pie y pueden visitarse. Un ejemplo es la residencia de Guachinango con la casa principal en buen estado y otro es la de Manaca Ignaza en donde se conserva la residencia principal, una torre y algunos barracones que eran los edificios donde vivían los esclavos.
En este último caso señalamos que los barracones han sido convertidos en viviendas pobres, pero que la casa se ha conservado muy bien y ahora es un restaurante en donde el visitante puede degustar algún plato de la gastronomía cubana o beber un mojito mientras descansa y piensa en la cantidad de gente que vivió y sufrió en estas tierras calurosas.
El Valle de los Ingenios es un museo al aire libre de la historia de la industria azucarera cubana, con bellas residencias es cierto, pero también con una arquitectura industrial enorme que no deja de sorprender. El recorrido turístico por la zona incluye una visita a estas dos residencias, a la torre-mirador del ingenio Manaza-Iznaga y a las pinturas murales del artista italiano Daniel Dall’Aglio que están en las haciendas y que hoy están en proceso de restauración.
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