Santo Domingo y su barrio colonial

Plaza de Colón, Santo Domingo

Si hay un destino por excelencia para los que viajamos desde Europa al Caribe, ése es Santo Domingo, la capital y puerto más importante de la República Dominicana, además de la ciudad más antigua del que se conoció como Nuevo Mundo.

Como no podía ser de otro modo, esa antigüedad le ha dado un valor histórico muy importante. Fue construida junto al río Ozama y su primer nombre fue Nueva Isabel; sin embargo, el huracán que la arrasó en el año 1502, provocó que se la cambiara de nombre cuando la tuvieron que reconstruir, esta vez al otro lado del río. Desde entonces, su nombre es Santo Domingo.

Íntimamente ligada a Cristóbal Colón (incluso se dice que sus restos se encuentran enterrados allí, en el llamado Faro de Colón), fue punto de partida de algunas de las expediciones que hicieron a México, Puerto Rico y Cuba, e incluso, se considera al hermano de Colón, Bartolomé, como su fundador. Posteriormente, y durante años, sufrió los ataques de los corsarios ingleses (entre ellos Francis Drake), pero de todos aquello años posteriores nos quedó un precioso legado colonial que le ha valido el ser declarada como Patrimonio de la Humanidad.

Es precisamente de este barrio colonial del que hoy os vamos a hablar, por ser el rincón más bonito de todo Santo Domingo, y el más turístico, aparte, evidentemente, de sus playas, que la han hecho famosa internacionalmente.

El punto de encuentro principal de la zona colonial de Santo Domingo es la plaza de Colón, un lugar que parece detenido en el tiempo, con sus casas de piedra antigua, con su aire medieval, y con la estatua de Cristóbal Colón presidiéndola desde el centro.

En el lado sur de la plaza está la Catedral Basílica de Santa María que data del año 1540, y es considerada como la primera Catedral del Nuevo Mundo. En su interior destaca un trono de caoba del siglo XVII y las preciosas vidrieras. Pero sobre todo, hay que destacar que bajo su altar mayor se encontró un cofre con los supuestos restos del navegante, allá por el año 1877, los mismos que tanta controversia llevan levantando durante años.

En el lado este de la plaza está el Palacio de Borgella, del siglo XIX, con una fachada porticada.

Podemos bajar por la calle que hay a su lado, la calle Conde, para conectar con la conocida calle de Las Damas, donde continuaremos con nuestras visitas. Allí, y a la espalda del Palacio Borgella, se levanta la fortaleza Ozama, del año 1502, que fuera la principal defensa de la ciudad desde el siglo XVI. Enfrente justo se encuentra la impresionante Torre del Homenaje, desde donde se divisa todo el puerto del que un día zarparon los barcos españoles.

Continuando por la calle Las Damas, nos encontramos con el Hospital Palacio Nicolás de Ovando y un poco más arriba el Panteón Nacional y las Casas Reales.

Alcázar de Colón

Al final de la calle, llegamos hasta una gran plaza en la que se levanta el Alcázar de Colón construido por Diego Colón (hijo del navegante) y primer virrey del Nuevo Mundo en el año 1516, y enfrente La Atarazana. Metiéndonos por su calleja llegaremos hasta la Casa del Cordón, también del siglo XVI, y un poco más arriba el monasterio de San Francisco, el primer monasterio que se construyera en el Nuevo Mundo.

Como veréis, el pasado colonial de Santo Domingo nos cuenta mucho de la época en que la ciudad se convirtió en el centro de todas las expediciones españolas con edificios históricos que fueron levantados en aquella época, y con recuerdos constantes a Cristóbal Colón.



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